Las ratas no huyen del barco

Ante todo, no nos queda más que pedir disculpas a nuestros lectores por la reiteración temática. No es nuestra culpa, pero aun así lo hacemos. ¿Qué más nos gustaría a nosotros escribir nuestras paridas habituales en secciones como la de Vete y no vuelvas, donde Koné y Romaric piden su sitio desde hace semanas? Y sería mucho mejor contar algo sobre el reparto televisivo, o echar la vista atrás y hacer algún reportaje de los de Memorabilia. Pero no, nos obligan a seguir hablando de lo mismo. Porque sería de tener muy poca vergüenza que, tal y como está el patio, nosotros nos sacásemos un artículo de cualquiera de los temas anteriormente citados en lugar de tratar los extraños acontecimientos que se vienen sucediendo últimamente en el Sevilla. Otra vez.

Iba a decir que es la gota que colma el vaso pero, con estos dirigentes, eso es jugar a la ruleta rusa con cinco balas en el tambor. Suponemos que ya lo han leído en twitter, en algún foro o en eldesmarque. Aquí está el documento, de todos modos. Dos páginas. Firmadas, nada más y nada menos, que por Manolito. O Don Manuel, como ustedes prefieran. No vamos a perder ni un segundo con él, ya dimos buena cuenta de su casta en otro artículo. Y no contamos ni la mitad. Lo sorprendente es lo otro, lo que pone la cartita. Resulta que ahora te sancionan y proponen la retirada de tu abono por insultar al presidente. Claro, como tenemos tantos abonados, vamos a prohibirle a algunos más el acceso. Uno de los motivos esgrimidos es «La entonación de cánticos que inciten a la violencia, al terrorismo o a la agresión en las instalaciones deportivas. Igualmente aquellos que constituyan un acto de manifiesto desprecio a las personas participantes en el espectáculo desarrollado dentro de las instalaciones del Club”. La segunda parte de la cita denota uno de los principales problemas del presidente y su palmero, puesto que los demás miembros del Consejo ni siquiera estaban al tanto de estas medidas. Lo que deja claro es que ellos, de verdad, se sienten participantes en el espectáculo. El tipo está convencido de que es el máximo responsable de cuando fuimos los mejores, y de ahí que ninguneara al entrenador. El presidente estima que el mérito es suyo, por eso pone su cara en un autobús que recorre la ciudad, pero la esconde cuando vienen mal dadas. Y, por supuesto, cambia de discurso en meses, semanas e incluso días, puesto que en la última presentación dijo que los cánticos, poco más o menos, le sudaban su desértica cabeza. Ya se ve, que han cogido a cuatro y los quieren echar del estadio.

Pero más allá de su ego desmedido, que no es ningún descubrimiento, cabe recalcar que está dando pasos de gigante para conseguir el más antiguo de los anhelos de los que son como él. Fascistas, quiero decir. Y no es otro que el pensamiento único. Creó los medios oficiales para que la verdad fuera, únicamente, su verdad. Va haciéndose, de manera paulatina, con el mayor control accionarial posible. Y ahora le pone todas las trabas posibles al único grupo que puede no bailarle el agua. Y si, encima, gente ajena al grupo protesta por las medidas carcelarias (inserte aquí el chiste que más gracia le haga) adoptadas contra una grada entera, comienza una cacería y amenaza con expulsarlos a ellos también. El pensamiento único es el abrigo en el que se cobijan los que no piensan. Y, lastimosamente, parece que gran parte de la afición tiene mucho frío. A saber dónde fueron a parar aquellos que, en preferencia, se giraban al palco y temblaba hasta la que lleva el catering. Hacen falta, igual que todo aquel que tenga dos dedos de frente, para que la gente abra los ojos y cierre los puños frente a los dirigentes actuales.

Porque, si algo está claro, es que ellos no se van a ir. Para empezar, porque están convencidísimos de que lo están haciendo bien. Y uno ya empieza a dudar si su modo de proceder está revestido de la maldad más absoluta, el aquí mando yo y el que no manda que se calle, o de la torpeza extrema. Medidas que se contradicen con otras, que son improvisadas y que son, en definitiva, una chapuza. Y digo que no se van a ir porque, en este caso, las ratas no van a huir del barco. Se aferran al timón aunque vayan a la deriva, o rumbo al hundimiento. Pobre de aquel que todavía se crea que las medidas de Del Nido contra Biris Norte se sustentan por las multas o por lo sucedido en Rota. Pobre, porque habrá pasado de ser un ingenuo a, directamente, alguien con sus capacidades mentales seriamente dañadas. Una lástima.