PEX CORRESPONSALÍA SANTIPONCE Sampa militó en la Juventud Peronista. Descubrí este dato al leer una entrevista que le hacen en el último número de la revista Panenka, entrevista que, por cierto, aparece tras el mejor artículo que se haya escrito nunca sobre los últimos diez años de toda la polla del Sevilla Fútbol Club, redactado por este chavalote, a quien se le ve un tío sano a la par que atractivo, soltero y siempre receptivo para el jaleo, queridas lectoras. No es dato baladí. Que Sampa sea peronista, digo. Lo otro, tampoco, claro, pero vamos a lo que vamos. El peronismo es un movimiento político tan heterogéneo que te puedes encontrar desde terroristas de extrema derecha a grupos guerrilleros como los Montoneros. Una especie de yin y yang donde no hay en absoluto equilibrio, el yin es Reinhardt Heydrich, el yang Sor Ángela de la Cruz. Algo tan amplio que, imagino, porque en realidad no tengo ni puta idea de lo que hablo, casi equivale a ser argentino. Quien quiera ahondar en esta esquizofrenia de los españoles del Río de la Plata, puede ver esta película, que tiene un título bien bonito, de tango, hay hostias por un tubo, y todos, aunque parezca mentira, se hacían pajas con don Juan Domingo Perón.
No escapa a esa esquizofrenia, don Jorge Luis. Dice que Perón es la personalidad más notable que ha dado Argentina. Y es fan del Che. Como ser fan de Rodrigo Rato y tener tatuajes de Durruti. Ahora miren su aspecto. Esas gafas de Calculín. Esa voz de carajote. Su temita de ser recordado no por ganar sino por cómo ha ganado. Observemos ahora su porte de recién licenciado de presidio. Esos tatuajes. Su admiración por grupos que vendrían a ser los Camela de Argentina. Y lo de sacar la pelota desde atrás, mamonear con ella, tener ayer en San Mamés un espacio entre defensa y medios del tamaño del condado de Treviño, dar un pelotazo con los defensas a la altura del área pequeña, que gana de cabeza un jugador del Athletic y, o bien tienes a Usain Bolt como último defensor, bien no dejas en fuera de juego ni a tu puta madre. No es que nos tome por tontos, no es que sea incoherente. Es que es peronista.
Mes y pico después de la última die Chronik (todo suena más tétrico en alemán) no jugamos a una mierda, titos. No entramos por banda. No entramos por el medio. El Sevilla necesita unos 42 minutos de media para tirar a puerta. El viernes, medio borracho, vi Moneyball. Llorando a moco tendido, pensé, joder, esto quiere hacer Sampa. Cambiar el juego. Tiene un compromiso para darnos espectáculo, no escucha y sigue. Por eso le dan caña. Porque amenaza lo establecido. Ganso es nuestro Hatteberg. Lillo, el gordo drogata de El lobo de Wall Street. Vamos a follárnoslas a todas. Horas después, el hígado y los riñones cumplen con su obligación, te sientas a ver el partido y llega esa hija de la gran puta de siempre: la realidad. Aunque esperamos que Sampa haga un Billy Beane o, sencillamente, un Juande o un Unai, es normal que parte del sevillismo se cague en todo cuando ve cabronadas como la de ayer. Repasemos, sin más, el juego de los 14 mamones que ayer llegaron a la marca de 22 partidos seguidos sin ganar fuera de casa en Liga.