Perder es lo normal. La frase no es mía, pero me identifico tanto con ella como si lo fuera. Romper boletos no premiados, el alcoholizado regreso a casa sin medio ligue a la vista, que los de selección de personal descubran la porosidad de tu CV al contacto con su ano. Que en la radio no suene tu canción favorita, o al menos una que te guste. Eso es lo habitual, y por eso es tan bonito cuando ocurre lo contrario. En el fútbol, el axioma se multiplica. En todos los países, cada temporada vencen un puñado de elegidos, pero la amplia mayoría no. El 99% pierde. Año tras año. Que el Sevilla haya conquistado tres uefas consecutivas supone tal excepcionalidad que podría compararse al avistamiento de ballenas barbadas en Utrera. Incluso el equipo con mejor palmarés en la Champions la pierde (o no la disputa, que es peor) nueve años por cada uno que la gana. Sigue leyendo
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The world, chico, and everything in it
A lo largo de todo este escrito vamos a dar por hecho que los presentes han visto Scarface. La del 83, la de Brian De Palma. Ya saben, esa con una interpretación sencillamente magistral por parte de Al Pacino (probablemente, la más icónica de su extensa y bien ponderada carrera) que alguien más redicho no dudaría en calificar como tour de force. La película, además, fue escrita por un entonces desconocido Oliver Stone. A todo esto se le suman algunos secundarios inspirados y el resultado ya es sobradamente conocido. La escena del jacuzzi, por ejemplo, es una de esas que te marcan cuando empiezas a ver cine. Pero hay otra que entronca directamente con lo que nos ocupa. Tony Montana, el personaje de Al Pacino, conduce su coche junto a Manny. Los dos inmigrantes ya están establecidos en Estados Unidos, y el compañero le comenta que ese ya debería ser motivo suficiente para ser feliz. Tony, que albergaba unos planes bastante más ambiciosos (poca cosa, levantar un imperio criminal), le dice, así finamente, que un carajo para él. Manny le pregunta qué es lo que quiere, y ahí Tony responde la frase que titula este humilde artículo. “The world, chico, and everything in it”. Que, por si algún despistado faltó a la segunda clase de inglés, viene a significar algo así como “el mundo, y todo lo que hay en él”. Sigue leyendo
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