Conviene recordarlo siempre. Ni cuando el equipo entrega su escudo por los campos del país, ni cuando lo regala en el nuestro (esto sucede poco, afortunadamente, pero sucede). Ni cuando las cosas vengan, de verdad, mal dadas. Nunca. La grandeza ni se pierde ni se compra ni se vende. Más allá de lo que cada uno opinase desde chico, lo cierto es que la grandeza objetiva, la irrebatible, es relativamente nueva; poco más de una década desde que empezara el diluvio de títulos. A algunos quizás les cueste asimilarlo. Desde esta humilde bitácora, en cambio, preferimos tenerlo presente para poder disfrutarlo más y mejor: el Sevilla Fútbol Club es un grande de Europa. Sigue leyendo
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El día de Antonio López
PEX CORRESPONSALÍA SANTIPONCE Hay mamones que ya habrán follado que no han visto a mi equipo en Segunda. Eso, con mi pila de años y el compendio de hostias que llevo en el curriculum, me da vértigo. Chavalotes en la universidad que no recuerdan al Sevilla en Segunda. Como uno de los propósitos de esta bitácora fue nuestro “ánimo de ser particularmente útiles a la juventud, y de contribuir a la reforma de las costumbres en general” o, en palabras mucho más asequibles, PEX está “dedicado para [sic] toda la juventud, para que se quiten [sic] de la droga”, como dijo don Toni el gitano, vamos a darle a un memorabilia que tengo en mente desde septiembre pasado, el cual lo habría escrito antes de la eliminatoria de Copa contra el Madrid de no haberse celebrado en Navidad, que con la cantidad de borracheras que cojo no estoy para nadie, que versará sobre las primeras semifinales de algo que no fuera un torneo veraniego que vi en mi vida, a mis lozanísimos 23 años (lo nuestro tuvo taco de mérito), la eliminatoria contra el Real Madrid de febrero de 2004. Sigue leyendo
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Qué amargados se nos ve
Si al menos nos plantasen cara en los duelos individuales, tendrían una tabla a la que agarrarse en medio del naufragio. Podrían pensar que vale, que el Sevilla es un grande de Europa y el Betis un ascensor, pero arrebatándonos alguna victoria puntual aún tendrían algo por lo que sacar pecho. Anecdótico y casi ridículo, pero algo, al fin y al cabo. Todavía podrían alimentarse de las sobras del banquete de nuestra gloria. Pues ni siquiera. Año tras año, se encuentran un plato vacío sin migajas que llevarse a la boca. Que el Granada venza al Sevilla no le convierte en superior, pero coño, al menos pueden volver a casa con una sonrisa invadiendo su rostro porque le han ganado a un grande. Las criaturitas no. Ahora mismo, el Betis no tiene más aliado que la geografía. Los escasos cuatro kilómetros que separan ambos estadios son lo único que salvaguarda la rivalidad, puesto que la distancia institucional y, sobre todo, deportiva, habría que medirla en años luz. Jamás lo leerán en los medios de comunicación, pero el derbi sevillano se ha convertido en el valenciano o en el barcelonés. Los verdiblancos ya celebran los empates como local, y el día en el que ganen un mísero partido, verán agotadas sus existencias todos los almacenes de petardos de la provincia. Sigue leyendo
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Hijos de la misma rabia
La cosa sería algo tal que así: “No creo que seamos parientes muy cercanos, pero si usted es capaz de temblar de emoción cada vez que nos toca remontar una eliminatoria como local, somos compañeros, que es más importante”. Y quien dice temblar de emoción, dice dar cobijo al sentimiento por el que mutamos en masa sedienta cada vez que toca un envite como el del jueves: el deseo de venganza. Igual que lo hicimos en Europa, ahora es el turno de otra competición que nos pone especialmente cachondos. El ida y vuelta, en realidad. La Liga es para pusilánimes. Que nos asignen un rival, y con ellos nos tenemos que partir la cara, sin importar el resto del mundo. Eso es lo que nos motiva. Y se manifiesta en la sonrisa malévola del que se pregunta si ya finalizó el turno del contrario. Que se vayan preparando, porque ahora nos toca a nosotros. Sigue leyendo
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Temporada 12/13 One x one, yeah dude!
A los más viejos del lugar no habrá que recordarles qué cipote es esto del One x one, yeah dude. No obstante, como también acogemos en nuestro seno a jóvenes lectores, se lo explicamos someramente. Es el nombre que le puso la RBBE a los análisis de final de temporada de las plantillas de los equipos. Y nosotros, cansados de intentar enmascarar los plagios sibilinos realizados a aquella casa, decidimos mantenerlo tal cual. Cierto es que esta temporada nos hemos demorado en su publicación, hasta el punto de meternos en la segunda quince de julio. No obstante, algo bueno sí que tiene esta decisión, y es que no tenemos que andar como mamelas adivinando qué pasará con los futbolistas nada más concluir el campeonato. A estas alturas ya sabemos quién se quedará y quién tiene billete directo sacado hacia el mismísimo carajo. La única condición para aparecer en esta relación de futbolistas es haber disputado más de 90 minutos en un partido liguero con el Sevilla Fútbol Club durante la temporada anterior. Como habrá algún picajoso que nos corrija, lo decimos nosotros solitos. Que sí, que el año pasado bastaba con haber jugado un mísero minuto, pero vamos a quitarnos la careta. Eso fue, únicamente, para poder meter en la lista a Hiroshi, un tipo que daba mucho juego. Y porque contra los Julián, Puerto o Rubio no tenemos nada y a ver qué chicha le podríamos sacar. Sin más dilación, nuestra visión individualizada del año pasado.
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¿Alguna vez has bailado con el diablo bajo la pálida luz de la luna?
¿Se acuerdan de la última semifinal de Copa? Sí, hombre, seguro. Vale que hemos tenido tantas últimamente que es posible que se entremezclen en la telaraña cerebral que conforman los recuerdos futbolísticos. Pero hagan memoria y verán como si fuese ayer aquel balón que ÉL intentó alojar en la portería rival y, si no lo consiguió, le faltó muy poco. Aquel ambiente originado por la visita del equipo grande de ese fragmento de tierra que alguien tuvo a bien llamar Madrid, y no la cochambre a rayas con la que nos toca batirnos el cobre ahora. Pues ese día, este que les escribe tenía un examen. Todos hemos hecho pamplinas por cuestiones balompédicas. Desplantes a amigos, a parejas, a familiares. Viajes sin sentido, recursos económicos malgastados en cosas relacionadas con el fútbol en lugar de, qué sé yo, pagar alguna letra del coche, obtener opiáceos de camellos desdentados o comprarte una guitarra nueva. Pues en el partido de ida de aquella semifinal lo tuve claro. Mi examen era a las 19:30, y el partido comenzaba a las 21:00. Si hubiese estudiado en la facultad de Económicas, o en la de Psicología, pues a lo mejor. O en el Rectorado, como mucho. Pero si te ha tocado acudir cada día al culo del mundo, conocido por algunos como La Cartuja, lo tienes complicado para regresar con celeridad a la civilización cuando te sea preciso. Vamos, que no me daba tiempo ni en cien vidas. Primero, porque los exámenes no empiezan a su hora ni equivocación del profesor mediante. Y segundo, porque el puente se pone que da gloria verlo a esas horas, y no digamos ya los que circulan en bicicleta, sino las marujas enguatadas en mallas horteras, avanzan más rápido que los que quieren salir de ese páramo decorado por una amalgama de edificios sin orden ni concierto. Total, que lo supe en cuanto vi la fecha del partido. Al carajo el examen. Ya me presentaría en la siguiente convocatoria, que era en junio. Para contextualizar un poco el asunto, decir que no era un control de dos temas de Conocimiento del Medio en 4º de Primaria, sino que se trataba de un cuatrimestral de una de las asignaturas más importantes del último curso de la carrera que cursaba. Dicho y hecho, mientras mi compañeros se estrujaban los sesos yo me acercaba tranquilamente a Nervión a ver si los chiquillos tenían ganas de hacer algo ese día. Todo un ejercicio de responsabilidad y madurez, no se atreverán a negármelo. Aquel partido se perdió y yo aprobé la asignatura más tarde, me licencié y ahora tengo un bonito título con el que limpiarme el culo cuando me levanto fino. Pero ese no era el objetivo de la anécdota. Más bien se trataba de definir el público, de delimitar a qué lector va dedicado este escrito. Para los que se hayan sentido identificados por tener una historia similar de aquel día, o de cualquier otro. Para aquellos a los que la cordura les dio de lado en algún momento de sus vidas y se entregaron, desamparados emocional e intelectualmente, a las desventuras que le produce el fútbol al aficionado medio. Qué coño el fútbol, el Sevilla. Pues para esos, para sus cojones, mañana hay otra semifinal. Y el que no tenga pensado entrar en el estadio con el alma en la mano, que abandone raudo esta bitácora y arribe a cualquier otro portal en el que le informarán de cosas tan banales como las posibles alineaciones o el encargado de arbitrar el encuentro. Sigue leyendo
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¡Y pobre del que quiera robarnos la ilusión!
PEX CORRESPONSALÍA AVENIDA DE LA PAZ Decía Ramón el Vanidoso que la droga está muy mal conceptuada socialmente, que es la auténtica salud. Y llevaba razón. Del mismo modo, hay sentimientos muy mal conceptuados por esa sociedad que nos impulsa a comprarnos un iphone, ir a un gimnasio para intentar no aparentar los 34 años que calzamos o a beber ginebras extrañas cuando los mejores recuerdos que el alcohol dejará en nuestra memoria cuando muramos habrán sido gracias a la ingesta de Loch Castle adquirido en el Carrefour a 4,60 la botella normal, 5,40 la de litro.
El odio, la rabia, la violencia… ¿Qué tienen de malo? ¿Por qué los ingredientes principales de todas las películas americanas que tanto han hecho volar nuestra imaginación no pueden llevarse a la práctica en la vida real? Pues porque la puta sociedad nos ha amariconado. Pero para ello estamos los románticos de PEX, para que usted, querido sevillista, rebusque en el abismo de su yo interior y encuentre esa lucecita que le diga que aún queda mucha gloria por alcanzar y que a ella sólo se llega a través de pisar cabezas y, por supuesto, la muerte. Sigue leyendo
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Dos córners, un penalti y mucho aburrimiento
En realidad, la crónica podría empezar y terminar con el titular. Si acaso cabría comentar que ha marcado también el rival, el Espanyol, y un par de detalles nimios más. Pero bueno, como consideramos que está feo que la gente realice el titánico esfuerzo que supone pinchar en un enlace de cualquier agujero cibérnetico en los que los escritos de esta casa son publicitados y se encuentre con el parco botín de siete palabras, vamos a extendernos un poco más. Todo sea por ellos. ¿Qué más van a hacer esas almas cándidas, ávidas de lectura sevillista? ¿Leer la sección de blogs de orgullodenervion.com? No somos tan crueles. Sigue leyendo
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Discoteca y paja
Es viernes por la noche. Las 21:00 o así. Cenas algo ligerito, que si no luego cuesta más cogerla y a veces hasta te sienta mal. Lo acompañas con una cerveza. Hoy vas a hacer algo grande. Lo sabes. Tienes ganas de triunfar. En casa anda un poco revuelta la cosa, con gente que ve minada su confianza y con gente que atraviesa problemas legales. No pasa nada, pones la música que te gusta en el móvil, el ordenador, el ipod o lo que sea que tengas. Y te metes en la ducha. Cantas, gritas. Sales, te apañas el pelo como puedes y te echas colonia, en un minuto. Que vas a salir de fiesta pero no eres maricón. Te pones la camiseta buena, los vaqueros y los botines. Vestido para matar. Llamas a los colegas. No te toca cargar con el botellón. Hoy puede ser un gran día, y lo va a ser. Lo sabes. También lo sabe el conductor del autobús, que se ha esperado a que aparezcas por la esquina para pasar por tu parada. Los semáforos te dejan pasar. Tus amigos son puntuales. Sacas los avíos de la bolsa, y vámonos al lío. Sigue leyendo
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Una caraja que lo complica todo
Complicado de analizar el partido de esta noche. Se ha podido salir goleado y se ha podido ganar. Los chotos andan calientes quejándose de dos cosas; la primera, un fuera de juego de Adriano de hace siete millones de años, en el partido de ida de una eliminatoria copera, con muchos minutos para remontar. La segunda, la genialidad de Navarro y Spahic en el partido de Liga, que hasta el hueleculos de su delantero tuvo que pedir perdón por ser tan idiota. Y un choto caliente sólo puede significar una cosa: agua. Llorar, llorar y llorar. Y con esa premisa fueron al estadio, a quejarse por todo, a gritar como becerros. A lo que van siempre, vamos.
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