Archivo mensual: agosto 2016

Saliendo del armario

PEX CORRESPONSALÍA SANTIPONCE Qué asco me da ver a Lillo sentado en el banquillo del Sevilla. Cómo se puede sentar nadie con la espalda encorvada, las rodillas juntas y, entre ellas, las palmas de las manitas alineadas perfectamente. Primero, porque con esa pose tiene pinta de tonto hasta Clint Eastwood vestido de marine. Segundo, porque es Lillo. En el Sevilla. Lo que llevaba años poblando nuestras pesadillas, ahora, agosto del año del Señor de 2016, es una realidad. Este hecho espantosamente cierto puede causar que el Sevilla Fútbol Club, mientras va ganando una final de Supercopa de Europa, minuto 91, balón dividido en la esquina izquierda de la portería defendida por Kiko Casilla, un señor serbio al silbato, que ya te ha señalado un penalti que no te lo pitan en un Gloria Bistrita-Steaua de Bucarest con don Nicolae Ceaucescu en el palco y en el bolsillo de su americana una quiniela con un dos fijo, señala córner en un balón muy dudoso y que nunca te lo pitarán como tal en un partido contra el mismo rival en el Santiago Bernabéu ni en tu puta casa, ahí, y sólo ahí, debe terminar el partido, y no que un minuto después te haya empatado una final un tío que, por sí solo, justifica el bombardeo con fósforo blanco de la Ciudad Deportiva José Ramón Cisneros Palacios para asegurarnos de que no volverá salir nadie de allí que te haga tantas cabronadas que deja en chavalito revoltoso a Gonzalo Queipo de Llano y Sierra, enterrado con todos los honores en la Basílica de Santa María de la Esperanza Macarena.  Sigue leyendo

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A la gloria desde el barro

En las despedidas, no queda otra que blandir la sinceridad salvaje a modo de pañuelo, porque las palabras no dichas antes del adiós luego las suele sepultar el orgullo, el tiempo o el miedo, cuando no las tres cosas, y callarse los recuerdos oscuros únicamente apaga el brillo de los mejores momentos. Por eso, por mucho que contravenga el nombre de la sección en la que se encuadra este artículo, es imposible preterir que la primera temporada de Coke en el Sevilla fue nefasta. Y eso que a mí, por esos detalles triviales (ser capitán del Rayo, probablemente) por los que gusta un fichaje que conoces entre poco y muy poco, me resultaba atractiva su contratación. Pero es que al pobre le salía todo torcido. Mi opinión tocó fondo en un partido al mediodía en el Bernabéu, donde su actuación fue tan dolorosa que hasta logró hacerme olvidar la resaca que me castigaba en la grada. A ese primer año se refiere Coke cuando afirma, con el gesto seco de los que superan un mal trago pero recuerdan su amargura con nitidez, que él también conoce a la afición del Sevilla en las malas. Sigue leyendo

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