El debate

Que no se habla de otra cosa, oigan. Se ve a la gente por las calles, en los autobuses, en los restaurantes, en los institutos, en los lupanares. Todo el mundo tiene palabras para el debate. Y todos, poseedores de la verdad absoluta, saben quién estuvo equivocado en el pasado y quién lo estará en el futuro. Comentan libremente sobre plazos, estrategias y recuperaciones, y creen poder hacerlo mucho mejor que los propios protagonistas. Será verdad aquello de que todos tenemos un dirigente dentro, únicamente estamos esperando a nos den el poder. Y, como eso, generalmente, nunca llega, nos dedicamos a rajar cuanto podamos sobre aquellos que sí lo ostentan. Y cámaras, muchas cámaras, y focos, y tertulias, y páginas web, y blogs de mierda, y periódicos y radios. Todo sea por alimentar el debate, que todavía quedan doce días para el 20-N y de algo habrá que hablar.

Pues una mierda para todo el mundo, hostia puta ya. Aquí hemos abrazado la fe marcelina y, al que no le guste, ahí tiene la puerta. Tanto darle vueltas al asunto para no acabar diciendo nada o para invocar al muchacho aquel de los tres corazones o al otro figura, al que tan bien le van las cosas ahora. Lo dicho, mierda para sus bocas. Seguimos confiando en el hombre que vino de Careñes. Porque, seamos serios, ¿acaso nos queda otra alternativa?

Toca ahora hacer un inciso dedicado a nuestros lectores, esos que han acolapsado, como la fuera la palmera, nuestro humilde buzón de sugerencias. Todo para sugerir, someramente, que apareciéramos de una vez. Son tres crónicas las que nos hemos perdido, las mismas que vamos a hacer de una vez. Tres en uno, como el lubricante, como la trinidad. El resumen es fácil: contra el Racing, dos errores puntuales hicieron que empatar fuese un milagro. Contra el Granada, doscientos millones de tiros no fueron suficientes para ganar un partido dominado desde el primer minuto, y llegaron dos veces los muertos de hambre y nos ganaron. Y contra los alemanes de las islas, lo mismo de siempre que cuando se juega fuera. Lo que hubiese estado bien de no ser por lo anterior. Vamos, empatar a cero y agradecer el horario del partido porque al menos te puedes ir calentando a cubatas para cuando llegue la noche.

Bueno, ¿y qué? ¿Ahora nos vamos a poner a soltar mamonadas que si sistema, que si no se sabe defender, que si tiene que jugar el otro o el de la moto? Pues miren ustedes, no. Principalmente, porque no nos apetece. Porque hay que seguir confiando en él, igual que se confía en que mañana saldrá el sol o en los interruptores. Si el lector quiere leer comentarios vacíos, promesas de embotelladores de aire y brindis al sol, que se dedique a interesarse por ese otro debate, el de los tipos que no saben ni geografía africana.

Para terminar, una bonita anécdota acontecida durante el periplo de ausencia. Tuvo lugar en Santander, lugar en el que Marcelino predicó su palabra y llevó al equipo local a las cotas más altas de su historia. Cosa, por otra parte, no muy complicada. Estaba un servidor allí, viendo en un bar el partido contra el Granada, cuando se me acerca el camarero y me dice: «vaya entrenadorcillo mediocre que tenéis este año». ¿Acaso queréis terminar así, estimados lectores? Pensadlo bien. El hombre que farfulló esa frase era un tipo cansado, comido por su propia desgracia, que no es otra que ser el que es. No sólo eso, sino que se creía gracioso, acababa todas las palabras en -uca y en -uco (¿Una cañuca en el baruco?), cobraba tres euros por cerveza y tenía tan aceptada su condición sexual que únicamente se excitaba mirando un cartón de leche. ¿Así queréis acabar, consumidos por la desolación y ciegos ante la fe marcelina?

Imaginamos que no, así que todavía estáis a tiempo. Arrepentidos los quiere el hombre que viste de pana. Y nosotros. No lo critiquéis mucho hasta que llegue el día de las elecciones, que jugamos contra el Athletic. Insultad a los otros, que esos sí se merecen todo lo malo que les pase. Pronto no recordaremos este pequeño período de debate, porque volverán los tiempos mejores. Y nosotros, que no estábamos muertos, lo contaremos. O nos lo inventaremos, lo mismo da.

6 comentarios

Archivado bajo A toro pasado

6 Respuestas a “El debate

  1. Camilo Sexto

    Dos semanas sin fútbol.

    A ver si nos compensáis.

  2. Mientras Marcelino haga lo que tiene que hacer, que es trabajar bien el equipo, no habrá problemas. Que lo trabaje, que para eso cobra, más que nada.

    PD: ¿3 corazones? No lo pillo…

  3. PLAS,PLAS,PLAS,PLAS,PLAS,PLAS.

    ¡QUE PEDAZO DE ARTE!

  4. SikanderDravot

    El que no quiera a Marcelino no merece el aire que respira. Nos hará campeonar, tiempo al tiempo, me juego lo que sea.

  5. Rioboo

    Aún que creemos que los debates sirven de algo???? Jajaja! Permitidme que os deje la particular visión sobre éste de los chicos de buscocurro, os encantará! http://wp.me/p1WTuO-25
    un saludo!!

  6. Biri-biri

    Mi fe marcelina también está intacta. Lo que habría que hacer es sacar a patadas del club a algún que otro alopécico que yo me sé.

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