La rata ustacha

-Hay algo que no podía saber antes, pero siempre faltaba una cosa. En cada negocio que emprendí; ahora lo veo; no fui yo quien falló, siempre faltaba algo. Aunque hubiera sabido lo que era no habría podido hacer nada, porque… es algo que no se puede crear. Y que marca la diferencia entre el fracaso y el éxito.

-¿La suerte?

-La guerra.

PEX CORRESPONSALÍA SANTIPONCE Esta conversación la mantenían Oskar Schindler y señora en el local más del taco de Cracovia, preciosa ciudad polaca, que no catalana, de la que no recuerdo nada de mi estancia porque las 20 horas que pasé allí estuve borracho como un mulo en compañía de erasmus checos y, joder qué plan, castellanoleoneses. Es curioso que estos diálogos, en realidad disertaciones incoherentes, siempre se tengan con la legítima. Con las chatis de una noche se habla de alegría, jolgorio y cuchipanda. Se trata de follar. A la parienta ya la tienes como algo seguro y, encima de adornarla, le cuentas tus inquietudes, miedos, frustraciones, planes de futuro y otras soplapolleces. Tienen el cielo ganado, las pobres. Pero las líneas suprascritas encierran una gran verdad. Cuando hay hostias en serio, a escala industrial, siempre aparecen grandes oportunidades de negocio. Como el fichaje de Davor Suker. 

Lo sé porque lo he comprobado, en todos los colegios e institutos de Sevilla se reprodujo en casi idénticos términos el siguiente intercambio de pareceres a mediados de octubre de 1991: “-Illo, el Sevilla ha fichado a dos yugoslavos, uno se llama Petrovic, el otro ni puta idea, creo que es delantero. -¿El otro o el Petrovic? -No sé, uno de los dos”. El Sevilla llevaba un tiempo queriendo reforzar la delantera porque contar con Zamorano, Conte, Carvajal, Antoñito y Ramón en las últimas, no era de recibo. Sí, es cierto, hoy contamos con mucha menos gente en ese puesto. Pero entonces, si se perdía en casa, la afición se enfadaba y mostraba su parecer. Traerse jugadores de Yugoslavia de menos de 25 años era imposible hasta que apareció, una vez más, don Ramón Mendoza Fontela, que se cagaba en Kissinger a la hora de engañar a rojos. Fichó a Roberto Prosinecki, sentó precedente y, con aquella escaramuza que estaba produciéndose en los Balcanes, la necesidad de divisas para matar más y mejor que había en Belgrado, todo se abrió de par en par. La negociación por los dos jugadores la había llevado a cabo un tal Francisco Sánchez Sabater, con cabreo de cojones para Rosendo Cabezas y Víctor Espárrago, mánager y entrenador sevillista respectivamente. Al primero lo habían dejado de lado, el segundo decía que lo de fichar a Suker le parecía perfecto, pero que para qué pollas quería otro centrocampista si esa posición la consideraba más que cubierta. Pues para lo mismo que se fichó al mejor central de América por más de 8 millones de euros, hombre de Dios, que parecemos nuevos. Entrenadores que largaban de la directiva si les traían fichajes sin consultar, otra nociva costumbre felizmente desterrada en este club.

El Sevilla de Cuervas tenía una peculiaridad desesperante: las negociaciones parecían no tener nunca fin. Se anuncian los fichajes en octubre, como hemos dicho, incluso se presenta a los jugadores en el estadio. Pero no podían ser alineados por aquello de los transfers. Con Petrovic apenas hubo problemas, era montenegrino y a los de la Federación Yugoslava les daba más o menos igual su marcha, a los del Dinamo de Zagreb, entonces Hask Gradanski por aquello del nacionalismo, que oigan, nos oprimían estos serbios y nos pusimos Dinamo porque nos amenazaron con matar a nuestras familias (al final, cierto es, si no las mataron, no fue por falta de ganas), también se la sudaba largar a un enemigo. Pero con el croata fue diferente. El Dinamo tenía que darle un 5% del traspaso a la Federación Yugoslava. Justo en ese mes de octubre ya llevaban los serbios asediando la ciudad de Vukovar un tiempecito. Es decir, que los croatas tenían que financiar a sus enemigos la limpieza étnica que con singular empeño y afición estaban desarrollando contra ellos por el fichaje de un jugador. Un mes entero pasó Suker sin poder jugar y al final fue él mismo quien pagó el transfer, siete millones de pesetas para mayor gloria del “Tigre” Arkan, sus muchachos y su parienta, la estrella serbia de “turbo-folk”, estilo musical favorito de esta bitácora por siempre, e impresionante pepinaco, Ceca Raznatovic. Casualidad o no, una semana después de hecho el pago, entran en Vukovar los serbios y se llevan por delante a 200 infelices, heridos del hospital incluidos. Ante Pavelic estaría orgulloso de ti, Davor.

Debuta contra el Español pero no en Copa, como cree el común de los mortales, sino en Liga, en uno de esos partidos donde el Sevilla empieza ganando, puede meter cuatro y al final acaba pidiendo la hora con 1-1 en el marcador. Sevilla Fútbol Club fuera de casa en estado puro. Juega siete minutos, ni para romper a sudar. Días después, debut en casa, en Copa, contra el mismo rival, y mete solamente tres. Cuando hace el primero demuestra ser tan buen jugador como listo, oportunista, populista y demagogo: marca en gol sur y, para celebrarlo, se recorre todo el campo para dedicárselo al gol norte. Lo mismo hizo cinco años más tarde en el Tartiere al marcar su primer gol como madridista en la portería contraria a donde estaban situados los Ultra Sur. Con ese simple gesto ya era un ídolo. También ayudó que metiera dos más el mismo día, claro.

Aquella 91/92 fue una puta mierda. Aquí el amigo metió seis goles en Liga, todos en casa, pero la calidad se le veía a leguas. El año siguiente empieza de lujo, goleando en Albacete, pero el resto del año no hace gran cosa eclipsado por los argentinos, Bilardo lo manda más de una vez a la grada harto de que se borrase de los partidos y él responde tirando la camiseta tras una auto-expulsión, suerte que también dominaba con maestría, en casa contra Osasuna. Sí, éste también la tiró, como Polster, pero nadie se acuerda de ello. Se le tacha de jugador de cuarto de hora, perro y maricona como la rata ustacha que era, en palabras de mi vecino de abajo, admirador de Radovan Karadzic porque ambos tenían idéntica mata de pelo, militante del PCE reconstituido, el del GRAPO, que tenía tal cacao mental en la cabeza que creía que los serbios seguían siendo marxistas, como Tito en el 42. Lástima que este señor se me mudara a Alcalá del Río en el 2005, hubiera dado dinero porque me diera su visión sobre el incidente Dragutinovic-Moranco. Suker empieza a dar por culo con que quiere irse, cada vez que se iba con la selección era lo mismo: que si quiero jugar en Europa, que a ver si llego a 15 ó 20 goles para ponerme en el mercado (no para ayudar al equipo, para beneficio propio; repitan conmigo: qué pena que no cayera Osijek después de Vukovar. Y con tus padres dentro. Cabrón), que si quiero ganar títulos.

En el verano del 93 el Sevilla intenta largarlo por activa o por pasiva; se va Rosendo Cabezas a Italia, a una especie de mercadillo de jugadores extranjeros que organizaban allí por aquel entonces, o que aún se sigue haciendo con algunas modificaciones, el “Mercatocalcio”, para ver si lo pueden colocar en alguna parte, hacer caja, y traerse a Pancev, que jugaba lo mismo que yo en el Inter; a Batistuta, que había bajado a Segunda con la Fiorentina y ni por esas se fue, que por algo uno es ídolo en Florencia por encima de Dante y otros son lo que son; e incluso se está muy cerca de traer de vuelta a Polster, que acaba en el Colonia. Llega como entrenador el ludópata más grande que ha dado el barrio de Hortaleza y hace con Suker lo mismo que haría años después con la selección: decirle que se deje de mariconadas, que se saque la polla y que es mucho mejor que el puto negro. Por Romario mismo. En pretemporada promete marcar 20 goles; y ahora es fácil decirlo, ahora cualquiera dice que era su ídolo desde la eliminatoria contra el Español, pero yo les aseguro que esa promesa no se la tomó en serio entre el sevillismo ni cristo bendito. Antes de Semana Santa había llegado a la cifra prometida. No sólo eso, aparte de ser el máximo goleador del equipo, fue el líder en asistencias. En el erial de tuercebotas que era el Sevilla entonces, que quitabas a Suker y a Simeone y quedaba plantilla para aspirar con comodidad al ascenso a Primera, como se demostró tres años después, él la robaba, la jugaba, ponía el pase y remataba. Literalmente. Como siempre que tenemos a un goleador en estado de gracia, entonces también hubo otro que metía todo lo que tocaba y que, en vez de recibir los pases de Marcos, Rafa Paz o Andrades, los recibía de Laudrup, Guardiola o Stoichkov y claro, acaba quitándole el “pichichi” al nuestro. Nos quedamos a un punto de la UEFA, por segundo año consecutivo y otra mierda al zurrón. Una pequeña anécdota de la 93/94, con Suker de protagonista, y que ilustra muy bien la inmarcesible historia de la lacra que nos visitará el próximo sábado 19. En el Tenerife-Sevilla de aquel año expulsaron al croata por darle un codazo a César Gómez. El incidente fue que este señor no había tenido otra ocurrencia que darle un mordisco en el brazo a Suker, éste se revolvió, le dio una hostia y roja al canto. En vista de las imágenes, alegaciones y del molde de la dentadura del cabrón de César en el brazo de nuestro 9, se suspende la sanción hasta que, oh, casualidad, el Real Madrid, que llevaba una marcha en el campeonato lamentable, peligrando su clasificación para la UEFA, viene a jugar a Sevilla y se decide que Suker cumpla su sanción, dos meses después de los hechos. Iván Luis Zamorano Zamora marca el único gol del partido, después de una sequía de 19 jornadas sin ver puerta y las opciones de UEFA para el Sevilla se van donde suelen. Al carajo. A tres puntos del Madrid acabamos aquel año. La victoria hubiera supuesto además ganarles el goal-average particular, ya que en el Bernabéu se empató a cero. Ya ven, villarato.

La siguiente temporada, la 94/95, se consigue de milagro, de rebote, con final de Copa en dos entregas, entrar en la puta UEFA. Suker hace otro temporadón, si bien marca menos goles que el año precedente. Otro veranito largando que me quiero ir, a Italia o adonde sea, a pesar de estar clasificados para Europa. Estuvo muy cerca del Valencia, que ese año había quedado undécimo, así que mucha UEFA no iban a oler por la capital de los lupanares, los psicópatas, las drogas de diseño y la gota fría. Mariconazo hasta decir basta.

No obstante, hay que reconocerle que desde el 1 de agosto del 95 no volvió a decir esta boca es mía para irse. No hizo un Dani Alves en el 2007, pasarse por el forro una catástrofe y seguir presionando para irse. El día del Honved, que la víspera se había votado definitivamente la Liga de 22, se saca la porra. Y en UEFA… Joder, el primero a los búlgaros del Botev fue increíble, no sé si me gusta más el gol en sí o cómo estalla el gol norte abarrotado una vez el portero no llega. En el segundo aprovecha el que probablemente sea el mejor pase que ha dado Manolo Jiménez en su putísima vida. Llega el 31/10/95, Atenas. El Sevilla, fiel a sí mismo y sus 90 años de historia sale acobardado, acojonado y amariconado hasta niveles que casi rozaban lo francés en una invasión. Se alcanza la prórroga de milagro, pero nos meten el segundo de penalty. Una falta desde donde nació Jesucristo es la única ocasión de que se dispuso en 120 minutos. No sé quién fue el subnormal que comentaba el partido para Antena 3 que dijo que mejor que la tirara Juanito, que era muy lejana para Suker. Abel Resino o alguno de esos. La tira el nueve y hace esto. Obra de arte. Porque mejor no se puede tirar una falta. El portero vuela como todos sus muertos, como en los reportajes de los años 20, que iban a menos fotogramas por segundo de lo normal y parecía que todo el mundo corría folladísimo. El balón entra haciendo una parábola rodeando exactamente el palo izquierdo de la portería. Y el silencio que se creó en ese puto estadio. Oigan el silencio, como si esto fuera un anuncio de lavadoras. Al carajo el infierno griego.

A estas alturas a este señor le quedaba bien poco por hacer en el Sevilla y se fija su marcha, prácticamente regalado, al Real Madrid. El día del Valencia, que se despedía de la afición para irse a Inglaterra a la concentración con Croacia para la Eurocopa del 96, este humilde corresponsal se saltó al césped y, cuando Suker enfilaba los vestuarios, con la palma de la mano bien abierta le cogí del pescuezo, uno de esos manotazos que suenan “plaf”, bien seco. Como lo hacen los tíos. Al grito de “QUÉ GRANDE ERES MAMONA” me reguinché sobre él. Por cierto, me salté ese año, bajamos al siguiente. Me salté cuando el ascenso contra el Villarreal, bajamos la temporada siguiente. No piso más el césped del estadio ni aunque Marcelino quiera darme una oportunidad. Pero aquel no fue el último día. A pesar de lo maricona que había sido durante cinco años, prometió que si el Sevilla no estaba salvado para la última jornada, volvía de Inglaterra a jugar. Vuelve y, bueno, eso ya lo saben todos. Se va como vino, con un hat-trick. Para darle barra libre de ginebra, farlopa y putas de calidad durante el resto de sus días.

Como creo que he demostrado a lo largo de este tochazo de impresión, Suker siempre me causó una sensación ambivalente. Era muy bueno, el mejor del equipo sin duda. También era tan perro, tan falso, tan judas, tan hipócrita, que casi parecía sevillano. No hay peor cuña que la de la misma madera. Si le cogía asco a un partido, se borraba o se autoexpulsaba, importándole una polla todo. Como dijo una vez don Luis Aragonés Suárez de él, “al croata le voy a dar una hostia que le voy a arrancar la cabeza”. Ganas no solían faltar. Pero cuando quería, te ganaba el partido él solito. Para mí, hasta el Sevilla glorioso de 2007, fue el mejor jugador que jamás vi con la camiseta. Y aún hoy, depende de cómo me coja el día, declaro sin rubor que más calidad que la del puto croata, no se ha vuelto a ver en Nervión, a pesar de tantos títulos y tantas moñeces. En las alineaciones históricas de ensueño que hago mentalmente cuando voy en autobús, cuando hago cola en la frutería o cuando me están contando algo que no me interesa, Davor Suker siempre llevará el 9 a la espalda.

15 comentarios

Archivado bajo Pajas y mamadas

15 Respuestas a “La rata ustacha

  1. Ignatus

    Tu si que eres grande, mamonaso.
    Tengo que reconocer que lo de la cola de la fruteria me ha llegado. Tanta sinceridad y claridad en tan pocas lineas es muy dificil de ver. Pareces Hemingway, coño.

  2. Joan Laporta

    «Llega el 31/10/95, Atenas.
    El Sevilla, fiel a sí mismo y sus 90 años de historia sale acobardado, acojonado y amariconado hasta niveles que casi rozaban lo francés en una invasión. Se alcanza la prórroga de milagro, pero nos meten el segundo de penalty. Una falta desde donde nació Jesucristo es la única ocasión de que se dispuso en 120 minutos. No sé quién fue el subnormal que comentaba el partido para Antena 3 que dijo que mejor que la tirara Juanito, que era muy lejana para Suker. Abel Resino o alguno de esos. La tira el nueve y hace esto. Obra de arte. Porque mejor no se puede tirar una falta. El portero vuela como todos sus muertos, como en los reportajes de los años 20, que iban a menos fotogramas por segundo de lo normal y parecía que todo el mundo corría folladísimo. El balón entra haciendo una parábola rodeando exactamente el palo izquierdo de la portería. Y el silencio que se creó en ese puto estadio. Oigan el silencio, como si esto fuera un anuncio de lavadoras. Al carajo el infierno griego.»

    Estos son los resúmenes que deberían aparecer en los periódicos.

  3. Milton "Maravilla" Melgar

    Esta web debería ser de pago.

  4. Lucius

    El partido en Atenas no se me olvidará en la puta vida, además creo recordar que ese día expulsaron a Moacir y me dio una alegría de cojones, llevaba to el partido cagándome en sus muertos.

  5. SikanderDravot

    El mejor 9 de la historia del Sevilla por muchas pajas mentales que tuviera y por mucho que se esconiera (recuerdo la racha de partidos sin marcar que tuvo en la 94/95). Fue mi primer ídolo futbolístico y su marcha regalada al Madrid me sentó como si me arrancasen los cojones de cuajo. Si hubiera estado rodeado de un equipo mejor, de alguien que le ayudase a tirar el carro, hubiera estado mejor considerado. Una pena que no se consiguiera nada.

    Yo quiero mercenarios llorones y perros como este. A los besaescudos los quiero bien lejos.

  6. Beatleg

    Si digo antológico me quedo corto.

    Obra maestra.

  7. Camilo Sexto

    Para la 92-93 teníamos buen equipo, al menos para hacer algo más.

    Pensaba que era muy bueno, y el Mundial de Francia terminó por confirmarlo. Uno de los grandes delanteros de nuestra historia. Aunque ahora lo odiaría por venderse tanto al Madrid y al Barcelona.

  8. Manu

    Grande tu vecino con el apodo. Es el único jugador del que tengo en mi cuarto una foto firmada, a nadie más he vuelto a pedirle un autografo.

    pd: el partido del Madrid es el 17/12 no el 19, simple aclaración

    • Cierto, Manu. Le eché un vistazo al calendario de mesa buscando el último sábado antes del día 22, sorteo de Navidad, día señalaito como pocos para todos los miembros de PEX, vi 19 y no miré nada más. Pero todavía tenía puesta la hoja de noviembre.

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